Gloria Lomana, presidenta ejecutiva de 50&50GL y del Consejo Asesor de Forbes Women, rinde un homenaje a la fallecida Carlota Bustelo, política española. 

Gloria Lomana Ser Víctima del machismo es más que un eslogan

Gloria Lomana 21/10/2025

Para decir que Carlota Bustelo ha sido un referente del feminismo en España, es preciso ponerlo con mayúsculas. Del mismo modo si la definimos como activista de igualdad y derechos de las mujeres, Pocas figuras ha habido como ella en los últimos 60 años, con su nivel de coherencia, formación, convicciones, grandeza en la acción y ética personal. En ella no hubo palabras huecas. 

Por eso el adiós a Carlota a sus 85 años, nos deja a las mujeres, y diría que a la sociedad que aspira a ser más justa, un vacío irremplazable. Formada en la Institución Libre de Enseñanza, se licenció en Ciencias Políticas cuando aún las mujeres no se incorporaban masivamente a la Universidad. Así ciñó su lucha feminista, desde el pensamiento a la acción, ya en los años 50, primero en el exilio al que se vio abocado su marido, luego de vuelta a España en los 60 desde la clandestinidad. Siempre coherente con su pensamiento ilustrado como socialista y liberal, dos conceptos que en ella se abrazaban armónicamente, como les sucedió a otras muchas mujeres que reivindicaban la igualdad social y defendían su libertad personal y profesional reclamando derechos que hoy nos parecen básicos, irrenunciables, y que cualquier joven no creería que en España no se disfrutaban antes. 

Digamos que Carlota representa en el feminismo el tránsito de la España en blanco y negro al color. Tras la muerte de Franco, ella aceleró la ponencia sobre la mujer, “Las Constituyentes”, que defendería en el primer Congreso del PSOE que se celebraría en España tras la guerra civil en 1976. Su incansable lucha a través del “Frente de liberación de la mujer” nos trajo, en el entorno del año 80, legalizaciones de derechos que hoy tenemos como obvios. Siendo diputada Constituyente, no paró hasta conseguir la legalización de los anticonceptivos en 1979. Más que una conquista, si tenemos en cuenta que, en los primeros años de la Transición, las chicas, las mujeres, se comunicaban clandestinamente con los doctores o doctoras de la izquierda que podían facilitar “la píldora”, pues costó arduos debates en el Congreso conseguir que fuera legal. En esos tiempos eran referentes ilustres ginecólogos como Ángel Sopeña, del PCE, o Elena Arnedo, socialista y feminista, injustamente más reconocida por ser la primera mujer de Miguel Boyer más que por su propia trayectoria. Carlota y Elena trabajaron juntas en la Comisión Federal del PSOE “Mujer y Socialismo” para promover cuotas de participación de mujeres, desde su posición de primeras diputadas Constituyentes, o primeras parlamentarias de la democracia. Carlota, al no conseguir que el partido reservara la cuota del 15% de participación de las mujeres en las listas, renunció ella misma a presentarse en las elecciones del 79. Coherencia y ética, valores definitorios de Carlota, con cuya acción dignificaba la política. Prefería trabajar impulsando los primeros Centros de Planificación Familiar en España para asegurar independencia a las mujeres, antes que el sillón de un escaño. 

A Carlota se la reconoce también los trabajos para conseguir la ley del divorcio en España que, finalmente, salió adelante en 1981. Con esa ley las mujeres se deshacían de la subordinación al marido para tener pasaporte y, con la misma lógica, podían autónomamente abrir una cuenta corriente, es decir, tener autonomía financiera. Conquistas que revolucionaron el ser, el sentir, el hacer de las mujeres. Por primera vez podían sentirse libres, con anticonceptivos, pudiéndose divorciar y administrando su propio dinero. Las piedras sobre las que se cimentaron la igualdad que otras recibimos. 

Por eso, tantas veces confieso haber sentido desazón y pena cuando en España en los últimos años, desde políticas erráticas más populistas que sensatas, más efectistas que eficaces, se ha ignorado la herencia del feminismo clásico. Mujeres como Carlota Bustelo merecen nuestro recuerdo, pero sobre todo, nuestro agradecimiento infinito. Por ellas, las mujeres de mi generación abrazamos su herencia, y por todas ellas y nosotras, los jóvenes deben absorber la herencia y, con humildad, recibir el testigo para seguir construyendo el futuro. Porque la igualdad no está ganada. Porque el camino ha sido muy pedregoso, pero aún queda trecho por recorrer. Baste un dato para tocar la realidad: según el Foro de Davos, al ritmo actual nos quedan 123 años para conseguir la igualdad. Las mujeres, las jóvenes, los hombres decentes, no lo van a consentir. Este es el mejor homenaje que le podemos hacer a Carlota, abrazar su legado, y seguir en esta tarea como ella deseaba. Ojalá tengamos muchas Carlotas en el futuro, para acelerar los cambios por la igualdad real, más pronto que tarde. 

Artículo en Forbes

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