El País – Micromachismos
El País Micromachismos. Artículo de Gloria Lomana publicado el 2 de enero de 2018
A la revolución de las mujeres de 2017 hay que acompañarla de microluchas por la igualdad
A la revolución de las mujeres de 2017 hay que acompañarla de microluchas por la igualdad
La revolución de las mujeres ha venido para quedarse, ni un paso atrás, y en 2017 se han dado zancadas con la campaña de denuncias contra los abusos sexuales. El movimiento se recordará como uno de los grandes hitos en este laborioso camino de conquistas por el respeto y la equidad entre sexos, como hicieron historia las sufragistas en Estados Unidos y Gran Bretaña, la igualdad salarial en Suecia, “el segundo sexo” de Beauvoir, la segunda ola de Kate Millett o la tercera de Rebecca Walker. En 2017, las mujeres se conectaron con un solo grito, “me too”, para denunciar lo que hasta entonces habían sido silentes acosos sexuales (no confundir con consentidos). Las denuncias saltaron de la pancarta callejera al altavoz de los escenarios, y prendieron como una chispa sobre un reguero de pólvora, rápida y luminosa. Por fin se hizo real el ansiado “stop al silencio” y la liberación de fantasmagóricas culpas. A partir de ahora ya nada será igual porque el acoso ha dejado de ser un marchamo social para ellos. Se acabaron los acosadores tabernarios a voces.
Por el camino de esta cruenta lucha se van quedando víctimas anónimas de violencia machista, 48 el último año en España, por osar decirles a los pretendidos patriarcas “basta”. Esto nos obliga a abrir 2018 en pie, sin olvidar que la vida cotidiana sigue cubierta de estereotipos y actos “micromachistas”. ¿Micro, si son machistas? No será que la nueva expresión pretende definir con benevolencia la cotidianeidad del trato a las mujeres como seres subsidiarios, talladas desde niñas como figuritas de porcelana para el disfrute de los hombres.
Para entenderlo bien pongámonos las gafas de ver de una “niña normal y corriente”. ¿Qué ha visto en un “día normal y corriente”, por ejemplo en esta Navidad? Veamos.
En Navidad, la niña promedio ha respirado rosa intenso, como el chicle igualmente pegajoso, por muy revolucionaria que pueda ser mamá y ella sea quien le escoja las lecturas. El colegio, los amigos y la televisión ya se encargan de dividirle el mundo en dos bloques diferentemente coloreados. En cuanto crezca, percibirá que la industria del consumo le cobrará una tasa rosa en los productos que se suponen son para ellas, y el mundo laboral la colocará bajo una lupa y le negará el mismo salario que a ellos. Por eso bien está que conozca por qué en dos meses habrá que seguir conmemorando el día de la mujer trabajadora. Y que a las grandes revoluciones como la de 2017, hay que acompañarlas de microluchas para hacer frente al eufemístico micromachismo, un virus que está por todas partes.
Gloria Lomana, periodista y presidenta de 50&50 GL.